Reseña del Encuentro Centroamericano de Software Libre

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Encuentro Centroamericano de Software Libre
Encuentro Centroamericano de Software Libre

Hace poco más de una semana, estaba limosneando ayuda en Cofradía. La conseguí, y volé a Nicaragua para formar parte del ECSL — Y hoy estoy de vuelta en México. Escribí una reseña de lo que ví – Acerca del país (visto un tanto como turista), acerca de las comunidades de SL en Centroamérica, acerca del Encuentro. La reseña a continuación. Espero que, en futuras ediciones, haya mayor presencia de nuestro país, que además de ser parcialmente Centroamérica (geográficamente hablando), tiene una gran cercanía cultural con los países de la región.

Este texto

En un principio, comencé con este relato para compartir con un par de amigos y familiares, y evitarme contar una y otra vez el mismo cuento (que aunque me da gusto compartirlo, es tedioso repetir las partes repetitivas, y siempre dejaré cosas importantes fuera). Mejor que todos lean el relato de viajero base, y después de eso ahondamos más en percepciones específicas, puntos de vista de tal o cual cosa…

…Pero conforme escribía y escribía, decidí que más que sólo contar cómo me fue, esto podría servir como mi personalísima reseña del Encuentro, sin perder el fuerte peso personal de cualquier opinión. A fin de cuentas, si una comunidad entera es la que me mandó a volar (bromeé con los amigos diciéndoles que nunca creí que tanta gente estaba dispuesta a poner dinero para que yo me fuera de México), merecen que les cuente en qué invertí sus pesos. Así que, probablemente, encontrarán que el principio de esta narración está en
un tono más personal.

Previo a…

Hace ya algunos meses, Norman García (organizador del Encuentro Centroamericano de Software Libre) me había avisado de éste. Norman me conoce dado que ambos estamos involucrados en las actividades del EDUSOL (Encuentro en Línea de Educación y Software Libre), y sabía de mi interés por Centroamérica y por las comunidades de Software Libre en la región.

Desde el principio me interesó mucho participar en el proyecto, pero desde el principio supe que tendría que ver de dónde rascar, pues la organización trabajó con un presupuesto verdaderamente limitado. Y aquí quiero recalcar lo increíble de su logro – El ECSL tuvo muy magros patrocinios (aunque, claro, no por eso hay que dejar de agradecerlos – Pero en su primer edición, no podían esperar a más de que eso), y el costo que cobraron a los asistentes (80 dólares por cuatro días de Encuentro, incluyendo hosepdaje y alimentos) de por sí apunta a que no habría por dónde sobrara como para invitar a un mexicano más que de palabra.

Poco después de ser invitado, un amigo me ofreció patrocinio por parte de su compañía. ¡Maravilloso! Tristemente, la crisis le pega a todos… Y conforme se acercaba junio, y el patrocinio no llegaba, lo inevitable se concretó: Mi patrocinio se cancelaba. Claro está, yo no iba a dejar de ir al ECSL, pero me quedé con un agujero económico de 4400 pesos (330 dólares) imprevistos, mas los 1040 pesos (80 dólares) que sí tenía ya apartados para participar.

Tristeando, y comentando esto con El Pop (le llaman Fernando Romo cuando es hora de cobrarle impuestos), amigo de hace varios años y uno de los empujantes históricos del Software Libre en México, me sugirió hacer una colecta. Le dije que no, que me daba un algo de pena llegar de limosnero para pasármela una semana de vacaciones en Nicaragua. Pero Pop, que no es precisamente conocido por hacer caso de las sensibilidades egoístas de la gente, pidió contribuciones en el
portal de La Cofradía, y… ¡Sorpresa! Dos días más tarde tenía ya el costo del boleto listo en mi cuenta. ¡Mil gracias!

13 de junio

Salí de casa con Gaby rumbo al aeropuerto. Hasta ahora, había escuchado en numerosas ocasiones quejas respecto a las molestias causadas por las obras de reencarpetamiento del Circuito Interior… Pero no me había tocado sufrirlas, más allá de un poco de tránsito pesado.

Afortunadamente salimos temprano, por si había algún problema con el boleto – Entre el tránsito pesado y la tremenda vuelta que tuvimos que dar, llegamos cosa de una hora después de lo previsto. Pero afortunadamente no hubo mayor problema, documenté mi equipaje (bicicleta incluída – Tengo que hacerme de una mochila adecuada, tuve que embalarla en plástico para que me la aceptaran, por US$18), y a las 16:40 estaba ya sentado y por despegar.

Un vuelo sin mayor eventualidad, haciendo escala en El Salvador. Tocamos tierra pasadas las 20:30 a Managua. En el aeropuerto me estaban esperando cinco debianeros nicaragüenses – Norman, Leo, Diana, Eduardo y Dennis. El primero, el organizador (entiendo) central del Encuentro Centroamericano de Software Libre, con quien mantuve todo el contacto previo, y los otros cuatro, la comunidad Debian.ni.

En fin, llegamos a casa de Dennis. Me revelan el plan: Que Dennis prepare cena para todos. Antes de continuar, vale la pena recalcar que la mitad del grupo Debian.ni (Dennis y Diana) son vegetarianos – Pero, ¿cómo ofrecerle al invitado una comida carente de carne? Pues, sí, Dennis preparó una elaborada cena (arroz, frijol, un guiso basado en vegetales variados con carne de soya y queso, acompañado de tortillas frescas… Y pollo).

Pasamos un largo rato platicando, en casa y en un bar, y hacia las 2AM (+1 por cambio de huso horario) llegamos a casa de Norman García, donde pasaré las noches que me quede en Managua.

¿Qué aprendimos esta primer noche de estadía en Nicaragua? Bueno… Contrario a todo lo que yo esperaría (especialmente dada mi afición por el proyecto OpenStreetMap), en Nicaragua no será posible encontrar o hacer mapas con los nombres de las calles. ¿Por qué? Bueno… Tal vez este sea el primer país del mundo con esta curiosa característica: Las calles no tienen nombres. ¿Y cómo se ubica la gente? Bueno, en base a sitios que por alguna razón se han vuelto referencias memorables. Digamos, “de la estatua tal y tal, tres cuadras al norte”. Muy raro. Y no, la ciudad no está marcada con una cuadrícula tipo española – Hay muchas calles anchas, y la ciudad es relativamente plana (aunque hay no pocas lomas). Pero bueno, para hablar de lo que vi de la ciudad… Vamos al día siguiente. Caí dormido pasaditas las 2AM. Los amigos softwarelibreros quedaron de pasar por mi a las 2PM para salir de paseo a Granada.

14 de junio

Contrario a lo que era previsible, dormí hasta eso de las 7AM. A partir de esa hora me estuve despertando a intervalos no precisamente regulares, completamente cubierto de sudor. Hacia las 9:30 me levanté, me di un regaderazo (obviamente con agua fría, faltaba más…) Me esperaba para desayunar un plato de gallopinto (arroz con frijoles, muy parecidos a los moros con cristianos cubanos, pero me parece que ligeramente fritos despues de mezclados). Conocí a los hermanos y padres de Norman… Salí un rato a dar la vuelta por el terreno en el que está la casa – ¡Un terreno impresionante! La medida es “dos manzanas”, sea lo que sea que eso signifique… La casa es amplia, y hacia atrás y abajo hay un bonito prado, árboles frutales (muchos mangos, debe ser el tipo de árbol que más he visto en el país), gallinas con pollos, cabras… ¡Muy bonito! Bien podrían organizar un campamento de softwarelibreros.

Alrededor de las 11 salí con Norman a la Loma de Tiscapa, antigua residencia de la familia de dictadores Somoza, y centro de tortura de prisioneros políticos de alto nivel. En el camino para allá fui constatando lo que la noche anterior me insistían: Managua es la anti-ciudad. Bueno, para empezar, Managua no tiene el trazo típico de las ciudades españolas más allá de un par de calles en el ex-centro. No fue una ciudad importante hasta mediados del siglo XIX, y se hizo importante por estar entre Granada y León, las dos ciudades más importantes del país, que se arrebataron el gobierno varias veces. Según la Wikipedia, Managua era más bien un pueblo de pescadores a orillas del -obviamente- Lago Managua.

Ahora, desde la Loma de Tiscapa pude darme cuenta que… en la ciudad prácticamente no hay edificios. En 1972 hubo un terremoto que devastó a la ciudad, y casi todas las construcciones a las que he ido son bajas y simples – Las casas, de un sólo piso y de techo de lámina o teja, con un segundo techo falso dentro, supongo que para mitigar el calor del sol sobre la lámina; los edificios públicos a los que he entrado, bastante sencillos también, incluso con muros internos de lámina de madera.

En Loma de Tiscapa hay dos museos, que son en realidad dos espacios aledaños a la residencia de Somoza (donde torturaban a los presos políticos) con fotografías y textos impresos en lonas plásticas. Una exposición es respecto a un grupo de presos de los 1950s, y la otra respecto a la ideología, gesta y forma de vida de Augusto Sandino. Encima de estos dos museos hay una pequeña plaza, con una enorme efigie de Sandino que puede ser vista desde al menos parte de la ciudad, dos tanquetas que Mussolini envió a Somoza, y un pedazo de una estatua ecuestre -que debe haber sido enorme- de Somoza, que fue derribada al triunfo de la revolución en 1979. Al pie de la loma, una bonita laguna, sobre de la cual se puede hacer “canopy” – No, no me aventé 🙂

Esperaba, desde la loma, ver los límites de la ciudad. Pero, siendo Managua tan plano (no me refiero a la geografía, sino que a las construcciones – Todas son mayormente de un piso, es más, en general lo construído son sólo cuatro paredes; el techo es casi siempre de teja o de lámina, con un techo falso plano debajo, supongo que… ¿para reducir el calor por radiación?) y con tantísima vegetación, lo único que en realidad se ve es… Casitas asomándose entre árboles. ¡Y es en realidad bonito, me encantaría vivir en una ciudad más verde que gris! Aunque, por favor, no con este calor.

Bajamos de Tiscapa para el antiguo Centro de Managua. Quedan pocos edificios en pie de lo que alguna vez hubo – Me llama la atención particularmente el casco de la antigua catedral, cerrado y tapiado desde hace casi 40 años. ¿Por qué? Bueno, por el simbolismo. Pocos pueblos abandonan a sus catedrales. Ah, y… he de decirlo, la nueva catedral de Managua es… Horripilante 😛

Eran ya casi las 2PM, y volvimos a casa para encontrarnos con los debianeros (de los del día anterior, sólo faltó Leo). Yo tenía un golpe de calor – Me dolía bastante la cabeza y me sentía debilitado… Bebí un par de vasos de agua y Norman me dio dos pastillitas azules que me revigorizaron (a saber qué era eso, no me importó). Comimos (más gallopinto, un guiso de pollo, ensalada fresca de col con tomate). La ensalada me devolvió otro poquito de vigor, y ya salimos todos de buen humor.

Salimos hacia el oriente, pasando frente al volcán Masaya. Me comentan que mucha gente sube el Masaya porque, a veces, es posible ver lava fluyendo en el centro del cráter. Poco más adelante está el cerro Coyotepe, en cuya cima hay una fortaleza construida en el siglo XIX, debajo de la cual Somoza construyó una cárcel para -sí- apresar y torturar presos políticos. Y claro, de las torres de vigía hay una vista realmente privilegiada – Se ven los lagos Managua y Nicaragua, otra laguna, la ciudad de Masaya… Muy, muy bonito, y sí, una narración que hace de cierto modo entender lo terrible de las prisiones militares de la época de la dictadura.

Bajamos de vuelta, y seguimos hacia la ciudad de Granada. Después de la independencia, la capital alternó entre León y Granada. Granada sí tiene una arquitectura tipo colonial, y están trabajando en recuperar la belleza de la ciudad de una manera muy similar a lo que han hecho en Antigua Guatemala – Por ahora, la parte recuperada/restaurada es únicamente una calle (la Calle Calzada), por la cual caminamos desde la catedral hasta… Bueno, no llegamos al lago, sino que hasta otra iglesia cerca del lago. Pasamos el resto de la tarde entre varios cafecitos y barecitos, y a eso de las 10 nos pedimos nuestros viborones – Comida tradicional de Granada, ensalada de col con yuca y chicharrón, servido sobre hoja de plátano. Volvimos a casa, llegamos pasaditas las 11. Cansado, caí dormido casi de inmediato.

15 de junio

El día hoy comenzó temprano. Estábamos invitados a una entrevista a Radio Universidad, en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Salimos un poco tarde, Norman me dejó en la estación, donde poco después llegó Rodrigo Peñalba y nos entrevistaron. Estuvo interesante y agradable. Esperemos que Radio Universidad tenga alta audiencia 🙂

De la Universidad, Norman me trajo de vuelta a la casa. Él tenía que ir a su trabajo y a cubrir varios asuntos relativos a la organización del ECSL, así que le pedí me llevara a una vulcanizadora para ponerle aire a las llantas de mi bicicleta, y me fui a dar vueltas un rato por esta zona – Por la Colonia Centroamericana. Mi vuelta no fue muy larga, poco más de 7Km en menos de una hora, pero por la posición en la bici Universo, es mucho más esfuerzo del que normalmente hago en mi bici de costumbre. Pero bueno, fue un esfuerzo rico. Me duelen un poco las piernas… y sude como no sudaba en mucho tiempo. Claro, una humedad y un calor como el de Managua ayudan a la sudoración excesiva.

Volví a casa de Norman. Lo primero que hice, obviamente, fue bañarme. Después, mientras comíamos llegó José, su hermano mayor. Salí con él y con Jase, su hermano menor, hacia la misma region por donde estuvimos ayer. Cruzamos por la ciudad de Masaya. Masaya tiene algunas construcciones coloniales, aunque… Bueno, en realidad me parece que el estilo general es como de las construcciones de fin de siglo XIX en Yucatán. Colorido, bonito, pequeño. Después subimos hasta el pueblo de Catarina, donde hay un mirador sobre el lago Apoyo, detrás del cual se ve el lago Nicaragua. Después de estar un rato en el mirador, donde un grupo de chavos estaban haciendo un ruido tremendo, bajamos un rato a la orilla del lago. Pasamos un rato agradable ahí, y volvimos a casa, a eso de las 6PM. La última hora hemos estado sentados frente a la televisión, yo medio-que-escribiendo este textito. ¡Bien! El arduo proeso de escribir las memorias alcanza a la realidad.

A este proceso siguió una apacible tarde de televisión e Internet sin mucho que destacar.

16 de junio

¡Hoy nos vamos para Estelí!

El plan era despertar tempranito y salir a las 8:00. Uno de los puntos que marcaba la hora tan precisamente es que Norman tenía agendada una cita con el alcalde a las 11, y tratándose de autoridades, más vale no enojarlos con un desaire. Sin embargo, de casa salimos apenas a las 8:30, y por una serie de encargos y contratiempos, apenas a las 10 de la mañana íbamos saliendo de Managua. Y por si no fuera eso suficiente, en el camino nos detuvo una patrulla por rebasar en curva. Por lo visto, la policía de tránsito aquí es muy activa/presente, mis amigos refieren de detenciones mucho más frecuentes de lo que he visto en México… Y si bien la gente muchas veces sale por la vía de la mordida, me queda la impresión de que hay una mayor confianza por la policía que la que tenemos en casa (vamos, hay la suficiente para que el que yo planteara esto llevó a una acalorada discusión entre ambas orientaciones en el coche).

Entre las vueltas de la mañana cruzamos la zona del viejo centro de Managua. Esa vueltecita me dejó profundamente impresionado: Calles, algún día principales, que cruzan ahora entre jardines descuidados… Apenas se ven un par de pedacitos que indican dónde hubo bardas, casas, edificios… Y un par de edificios que no terminaron de demoler (aunque no por ello están estructuralmente bien – Al menos uno se ve claramente esperando un nuevo temblor) de rato en rato. No, no es una zona grande… Pero sin duda impactante.

En fin, llegamos al hotel Estelimar pasadas las 12. Norman nos dejó (viajábamos Marcelo, Guillermo, Leo, Norman y yo) y se fue volando a la alcaldía, donde se encontró con Victoria (organizadora local). Nosotros cuatro, pues… Dimos una vuelta por el complejo, y comenzamos con la actividad que nos tomaría todo el resto de la tarde: Aburrirnos. Cuando llegamos, el personal de la empresa patrocinadora Ideay instaló la mayor parte de lo necesario para la conexión a red, pero no lo activaron.

Respecto al camino: La zona de Managua, Granada y Masaya (y entiendo que León, y varias otras poblaciones importantes del país) es baja – es la planicie costera. Siempre que escuchamos acerca de la guerrilla de Sandino, primero, y del Frente Sandinista, después, imaginamos una sierra – Y sí, la hay, pero bastante más adentro. No me fijé en las distancias en realidad, pero tras un buen rato en carretera plana subimos una serie de montes, hasta llegar a los 400m de altitud. Pasamos una planicie, por donde está la ciudad de Sébaco (departamento de Matagalpa), y otro trayecto de montañas. Casi tan pronto termina la zona montañosa y estamos de nuevo en plano, llegamos a la ciudad de Estelí. Y por lo que hasta ahora he podido ver, es una ciudad mayormente plana, a las faldas de cerros que suben aún mas. Estelimar está justo sobre uno de estos cerros; lo tengo muy presente dado que vine con la bici plegable, y cualquier subida se siente que da gusto.

En fin, esperamos hasta cosa de las 5PM. Yo me puse a caminar un poco por Estelimar, pasé por la jaula de los monos, por el bosque vial, la granja didáctica, los dinosaurios… Estelimar es un hotel, centro de convenciones y parque de ciencias muy sui-generis, montado por una ONG (como tantísimas otras cosas en Nicaragua) obviamente bienintencionada… Aunque con ideas bastante curiosas… (ver fotografías para mayores detalles)

A eso de las 5 llegaron Norman y Victoria, con nuestras maletas y demás equipo. Poco después llegan Rodrigo (Rorro) y Selene, que si bien no se quedan al encuentro, traen a tres costarricenses. Pero, sin mucho más que hacer, la noche comenzó temprano. Quedé en una cabaña con Leo, Marcelo y Guillermo (y quedan aún dos camas libres); Leo y Marcelo salieron a buscar un bar a Estelí, Guillermo usando Inkscape, y yo leyendo a Carlos Fuentes. Después de leer el segundo relato de El Naranjo, quedé dormido.

17 de junio

El órden de mis primeras acciones del día tal vez debió haberse invertido: A eso de las 7AM me bañé y salí a dar una vuelta corta en bici – Poco menos de cuatro kilómetros, tan sólo seguí recto por toda la calle que llega al hotel hasta llegar a una glorieta donde llega a la carretera. ¿Por qué hacerlo al revés? Porque llegué de vuelta sudado. No, no cubierto de sudor, como en Managua, pero sí sudado. En fin, ni hablar…

Comenzamos el día subiendo por nuestro desayuno a las 8:30AM. A eso de las 9 llegaron los encargados de la red, para nuestra sorpresa (esperábamos más demoras), y poco tiempo después la dejaron funcionando. Dice Marcelo que el ancho de banda (medido empíricamente) es de lo más curioso – cosa de 512Kbps de bajada… y más de 1Mbps de subida. Veremos cómo compartir eso entre 100 personas… Pero bueno, aparenta ser suficiente capacidad de subida para enviar un stream de video. Le pedí a Pop apunte video.cofradia.org a mi servidor en la UNAM, y de ahí podrá seguirnos quien quiera… Claro, si el ancho de banda (de Estelí al mundo) lo permite.

Ya con red, el día se fue tranquilo. Yo estuve mayormente alternando entre montar lo necesario del stream y leer mis correos… La abstinencia va cediendo, y voy quedando en paz con el universo.

Después de comer, como a las 2:30PM, salí a caminar por la ciudad. Varios niños y chavos en el camino me recordaron, me preguntaron por qué no iba con la bici chiquita, o me hacían comentarios respecto a mi barba… No la había sentido tan prominente desde que estuve con Gaby en Israel y en Egipto, donde la gente me llamaba “Mister Moustache”. En fin, fue un recorrido bastante más amplio que el de la mañana; llegué a la catedral, y me fui caminando por las callecitas. Dice al llegar que en Estelí viven 200,000 personas, pero en realidad me parece mucho menor. Es una ciudad de -nuevamente- casitas de un sólo nivel con contadas excepciones. Las calles sí tienen plaquitas con numeración (calzadas y avenidas, numeradas desde el centro, por cuadrante – NO, NE, SO, SE), pero por lo que me dicen, nadie usa esas referencias – prefieren el sistema nicaragüense. La mayor parte de las calles no están pavimantadas (bueno, sólo la carretera está pavimentada). Las calles principales están adoquinadas, y casi todas las demás son de terracería.

Iba ya de vuelta hacia Estelimar, bajo una llovizna agradable, cuando se detiene frente a mí una camioneta – Victoria iba bajando del hotel para buscar medicina para Leo, enfermo del estómago. La acompañé a la farmacia, y de ahí de vuelta al hotel. Leo pidió ir al hospital… Ni hablar, los acompañé también por lo que pudiera hacer falta, aún siendo un extranjero perdido el que pudiera ayudar.

Fuimos al hospital San Juan de Dios, a las afueras de Estelí, en la carretera hacia Managua. ¿Que decir? Obviamente ir a un hospital público en un país pobre nunca es un asunto divertido. Muy similar, con todo, a lo que he visto en México – Mezcla de pacientes con todo tipo de severidad, atención lenta, falta de medicinas, atención despersonalizada… Pero bueno, un rato después, medicina aplicada, Leo se sintió mejor y volvimos a Estelimar.

De ahí a ahora, 18:30, no he hecho mucho más que seguir con este textito. Debe estar ya por llegar el primer camión cargado de personas… ¡Y esto comienza a ponerse divertido!

…Y en efecto, así fue. Poco después de escribir ese párrafo llegaron tres hondureños. Pasó un rato más, y comenzaron a llegar los contingentes grandes – Un autobús salido de Managua a las 15:00 con locales y gente que llegó allá, por aire y por tierra, principalmente de Costa Rica y Panamá; un microbús que vino directo desde Costa Rica… Cerca de media noche me fui a dormir, y llegaron dos camiones más – El “Bus Libre centroamericano”, que salió a las 4AM de Guatemala, recogió a las 7AM a los salvadoreños, a las 5PM a los hondureños, y llegó pasada la media noche, y el otro autobús nicaragüense, salido de Managua a las 7PM.

18 de junio en adelante

Tal como era de esperarse, a partir de este momento, la narración deja de ser exhaustiva, como lo había intentado. Afortunadamente, para ilustrar las actividades que tuvimos, logré montar el stream y grabar las sesiones. No requeriré repetir todo lo que pasó… Al menos, durante las actividades oficiales.

Como era de esperarse, el ambicioso horario se recorrió invariablemente, aunque cumplimos con todas las actividades propuestas, y en general, con bastante interés por parte de todos. Se siente mucho entusiasmo e ilusión por parte de todos los participantes. Estoy ya claramente por encima de la edad promedio – casi todos son ya sea estudiantes o gente recientemente graduada, aunque sí habemos varios de mayor edad. Siento que las comunidades acá son muy comparables a como era la comunidad mexicana hacia el 2001, cuando comenzamos a organizar actividades grandes. Espero puedan mantener la cohesión mucho mejor que nosotros.

Una cosa que me dio mucho gusto (pero que sí desquité, que nadie lo dude!) es que me dieron gafete de organizador. Y sí, aparte del stream, ayudé repartiendo los paquetitos e información a los asistentes, empujando decisiones, opinando… Creo que sí me involucré, aunque por poquito tiempo, como tal.

…Me voy a brincar el relato detallado de actividades. A lo largo de los últimos días participé en las siguientes sesiones de la agenda:

  • Charla introductoria
  • Presentación: Situación actual del FOSS en Centroamérica
  • Comunidad Debian en Centroamérica
  • Mesa de trabajo: Licencias, derechos de autor y copyleft
  • Mesa de trabajo: Software Libre en la educación
  • Taller: Prácticas seguras de programación
  • Presentación de conclusiones de mesas de trabajo
  • Key Signing Party
  • Acto de clausura

El formato del Encuentro fue muy interesante, muy distinto de lo que podría haber esperado, resuntando en un formato por un lado más tendiente a lo académico formal, y por otro lado, más a la informalidad de las comunidades de desarrolladores – ¿A qué me refiero? Por un lado, a diferencia de prácticamente la totalidad de los congresos en que he estado involucrado en México, la figura más común de presentación no fue la conferencia, sino que la mesa de trabajo, que yo asocio más a las actividades con formalidad académica que a las comunitarias – Participé en una y media de las cuatro mesas, como panelista en la de licenciamiento. Pero al mismo tiempo, hubo otras varias actividades estructuradas como las sesiones más informales (Birds of a Feather, BoF) en que el presentador básicamente plantea una situación y se trabaja en torno a ella entre todos los asistentes. Hubo también talleres técnicos, aunque el único que vi fue el que yo mismo impartí (prácticas seguras de programación). Transmitimos en vivo (con un par de hipos técnicos, que con todo me sorprende no fueran peores dada la saturación de la red que teníamos) todas las sesiones que se celebraron en el auditorio principal, y todas ellas las publiqué ya en mi página Web personal (y supongo que irán apareciendo en otros lugares poco a poco).

¡Ah, claro! Y otro punto muy importante de la formalidad de nuestro trabajo, que ha faltado prácticamente en todas las otras reuniones en las que he participado: Las relatorías. Si bien como tal no hubo una figura de relator, ésta apareció por la mecánica misma del Encuentro. Las cuatro mesas recogieron su trabajo, sus conclusiones y sus compromisos en documentos presentados ante la totalidad de los asistentes el día sábado, y fueron integradas en un único documento, que ha sido llamado la «Declaración de Estelí» (va la liga al final). Y si bien el documento aparentemente cae un tanto en el sobre-optimismo, hace un muy buen resumen de la situación, del trabajo, y de la dirección a seguir.

En general, las pláticas fueron interesantes y bien llevadas. Siento, sin embargo, que la comunidad peca un poco de ingenuidad de lo que sigue – Como muestra de esto, el acto de clausura se convirtió en una discusión -a mi entneder- sin sentido respecto a detalles que pueden ser perfectamente resueltos posteriormente en la lista de correo – ¿Cada cuánto vamos a celebrar estas reuniones? ¿Dónde será la siguiente? cosa de 90 minutos discutiendo simplemente para llegar a la conclusión obvia de que… hace falta tener más datos para siquiera plantear estas preguntas.

En fin, respecto a las sesiones, más que seguir escribiendo detalles… Refiero a los videos, para todas las que hay. Sigo haciendo un relato más orientado a lo vivencial.

Según señales en la carretera, Estelí bordea los 200,000 habitantes – pero se siente como un pueblo grande. Algunas calles, especialmente en el centro, están adoquinadas (la cantidad de calles y carreteras adoquinadas en Nicaragua es impresionante), aunque la mayoría son de terracería. Las construcciones son en general sencillas, como todas en Nicaragua, de un sólo piso. Muchísima gente en la calle, no se da lo que es tan común en México de miedo a los espacios abiertos… La gente pasa el tiempo en la calle. Muchísima gente en bicicleta. No es nada extraño ver a dos o hasta tres personas a bordo de una bici; el pasajero va casi siempre sentado de lado sobre el cuadro, frente al conductor… No se ve muy cómodo, pero es tremendamente común. Lo más común para mí es que una bicicleta adaptada para llevar a un pasajero lleve instalados los “diablos” (extensiones del eje posterior), y el pasajero va parado sobre de éstos sostenido de la espalda del conductor, o sentado sobre un portabultos en ese mismo lugar. Muy curioso. Y si bien no niego que una bici plegable llama la atencion donde la pongan por tener una forma curiosa y ser chiquita, creo que en Nicaragua llama más aún por lo sensibilizados que están todos a transportarse usando ese medio – A cada rato me comentaba la gente en la calle, se ve que realmente llama mucho la atención. Salí sólo cuatro veces con la bici (una en Managua, dos a Estelí y una de Estelimar en el sentido opuesto a Estelí), y siempre terminaba platicando con algún niño, o respondiendo a algún chavo respecto a la curiosa forma de mi transporte.

¿Asistentes del ECSL? Entiendo que fuimos cerca de 90 personas. Hubo asistentes de todos los países centroamericanos (Belice incluído – Culturalmente, ellos están mucho más cerca de las islas del Caribe, pero contamos con un participante beliceño), y (fuera del caso que recién mencioné), bastante bien balanceado. Los organizadores insistieron en el bonito detalle de conseguir una bandera de cada uno de los países participantes – Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, México (Jamesson, mejor conocido como Chema, es un buen gringo residente de San Cristobal de las Casas, Chiapas. Además de mí, of course), España (Carlos Martín, aunque su corazón es centroamericano desde hace años, no puede evitar el ceceo que lo delata como español, y Juan Zubillaga, español residente en Nicaragua), Uruguay (Leo, o formalmente Leandro Gómez, es nacido en Uruguay, pero fuertemente nicaragüizado ya), Alemania (un grupo de alemanes que residen en Nicaragua y en Guatemala – Bueno, los tienen por alemanes, pero en realidad faltó la bandera austriaca).

Obviamente, la parte más importante del Encuentro fue la integración entre comunidades, la convivencia constante. Casi no me conecté siquiera a Internet, por estar conviviendo a tiempo completo. A veces las conversaciones surgían por una duda, consulta o demostración técnica de cualquier índole, a veces por cualquier asunto social. Nos la pasamos cuatro días seguidos en convivencia constante.

Este texto, como resultará obvio, lo escribí por etapas, conforme encontraba ratitos libres para agregar un par de párrafos. Actualmente estoy de vuelta en mi oficina, y quiero concluir el texto pronto, antes de que se vuelva un borrador eterno en mi disco duro y no llegue a la concreción a tiempo. Así que, contrario a lo que hubiera deseado, voy a dejar fuera de la narración la gran cantidad de anécdotas de los días y noches que pasamos en Estelí, cantidad de personas interesantes de las cuales me apunté que tendría que escribir al menos un párrafo,
un par de líneas… Lo importante es publicar esto como memorias de viajero mientras las vivencias están aún calientitas, e invitar a los demás a hacer lo propio – De hecho, veo en el planeta SL Centroamérica que lo han estado haciendo ya.

Antes de cerrar, quiero agradecer una vez más a la comunidad de La Cofradía por ayudarme a costear el pasaje.

Van por último un par de ligas relevantes. Puede que no todas estén en su sitio o versión oficial o definitiva…

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3 thoughts on “Reseña del Encuentro Centroamericano de Software Libre

  1. Buenos dias, soy un visitante no muy frecuente de cofradia, lei la nota de la ayuda economica para el viaje de Gunnar, el dia de hoy que visito la pagina veo que ya hay reseña de lo sucedido, ha decir verdad no lei todo el post, pero hubo algo que me llamo mucho la atencion y es sobre la reseña del dia 16 de junio, y esto es porque Gunnar estuvo en Mexico DF y pareciera ser que relata que estaba en dichoso evento.

    Quisiera preguntarle al sr Gunnar que nos explique como es que estuvo en dos eventos el mismo dia, a mismas horas y en paises diferentes.

    >>Saludos.

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